Mientras el
Mayab se ufana de belleza y de candor,
mis manos
tiemblan inquietas tocándote mi amor,
en tus
cenotes sagrados termine mi osadía
perdido
entre tus encantos al fin pude hacerte mía.
Yucatán
tierra de imperio, de historia mística cultural
tus
princesas ancestrales dejaron genes de celestial,
mi Diosa Maya
y sacerdotisa, de mis quereres y de mi ser,
calmaste el
celo de mi lujuria, y apaciguaste toda mi sed.
Vendré a
ofrecer mis ofrendas en el templo de tu piel
y a
presenciar los tesoros que me escondes por doquier,
ventisca de
mis veranos que humedece tus altares
salpicando
de caricias el sureste de tus mares.
Cúrame el
dolor que traigo arrastrando en mi condena,
ayúdame a
cicatrizar la herida con tus manos y tus besos,
exorciza los
demonios del imperio de mis males
con tu
deidad armoniosa de movimientos carnales.
Diosa Maya
Yucateca con espíritu de jaguar,
de faisanes
engalanada tu vestimenta sublime,
déjame
reposar el camino en la pirámide de tu cuerpo,
y continuar
en la mañana sin tomar en cuenta el tiempo.
Pedro
Tapia.
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