Bajando la cuesta viene
un corazón lastimado,
con las heridas que tiene
abiertas de lado a lado
Por el otro lado sube
ese corazón sanado,
ni se acuerda que lo tuve
entre mis manos sangrado.
El mío baja al infierno
de la burla y desespero,
a recibir su castigo
sin piedad y sin consuelo.
El tuyo que viaja al cielo
del placer y la quietud
regenerando su vida
adquiriendo juventud.
Por lo tanto mi suplicio
dispuesto voy a pagar,
no importa si en el intento
la vida pueda entregar.
Pedro Tapia.
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