Ojo por ojo.

Las paredes me observan silencias
al paso tan lento del tiempo traidor,
me visten de luto la vida aquí dentro
por fuera mi suerte no puede ser peor.

El techo parece lejano y mal trecho
la luz de ese foco me va a reventar,
mi sopa escupida, con heces y fría
en cuanto la pruebe me hará vomitar.

Es fuerte el olor a humedad y drenaje
no tengo ventana ni aire ni sol,
el agua se toma con plata o chantaje
y las moscas viven a mi alrededor.

Aquí sale caro lo que mal hiciste
pues de nada sirve tratar de arreglar,
lo que ayer incrédulo descompusiste
con tu vida inútil tendrás que pagar.

La conciencia muere al pasar los días
y aunque te arrepientas de tu proceder,
te vuelves experto en malandrinerias
y si un día salieras, vuelves a caer.

Las paredes hablan con tus pensamientos
y burlonas dicen, ¿que haces por aquí?
y contesto a golpes con el puño abierto
y se ríen fastuosas de mi mal venir.

No ha venido nadie en todos estos meses
que llevo clavado en este muladar,
ya se dieron cuenta que todas las veces
ellos platicaban con el peor truhán.

No creo que en cien años quede resignado
sin recibir cartas ni poder mandar,
castigo permanente tengo asignado
estoy en un área de seguridad.

La soledad carcome y el silencio mata
el zumbido en los oídos cala mas,
un recuerdo bueno me atraviesa el alma
y una lagrima vence mi ambigüedad.

Se rompió mi pierna en una pelea
y no soporto el hueso por fuera mirar,
pero cambiaria mis cien huesos rotos
con tal de dejar este cruel lugar.

Lo que tenía fuera ya cambió de mas
dijo un compañero que le dijo un tal,
que mi mujer vive muy feliz con otro
y que ni mi casa respetaron ya.

Que mis padres siguen con la pena a cuestas
y que mis amigos ya no hablan de mi,
quieren de sus almas yo desaparezca
¡ya mejor me muero, antes que salir!

Pero diré algo que a orgullo platico
cada que el gendarme me permite hablar,
yo pago mi culpa, y lo reivindico,
por que a esta ley me negué a sobornar.

Ellos me pidieron que pagara un precio
y los testimonios habrían de cambiar,
que la ley se compra y que no sea necio
y que bajo fianza me podían sacar.

Y tenía el dinero para el ministerio,
ni siquiera era una gran cantidad,
¡que barata venden la justicia, perros!
Y por poco y vencen mi debilidad.

Pero sentí feo dentro de mi pecho,
¡a lo macho me sentí fatal!
ya la había regado, y lo hecho, hecho,
y mi contraparte merecía paz.

Dentro de lo malo esto fue lo justo
y diosito sabe que si hice mal,
en la ley humana no tendré el indulto
mas bajo sus reglas quizá tenga mas.

No fue capital mi pena,
por que en este país de defiende así
al que mata y al que agrede,
antes de castigarle lo que hizo sufrir.

Que si me poseyó el chamuco
que si me dejé influenciar,
como sea que haya sido
yo respondo por mi actuar.

No diré por que me trajo
la ley a aclarar mis cuentas,
me da vergüenza decirlo
mejor así, pagare mis deudas.

Solo puedo decir que merezco más,
y que cien años no es nada,
pero el sistema permite, admite y fomenta
que a los buenos se los lleve la fregada.

Pronto han de sacarme muerto
por que no podré aguantar,
se que cobarde soy y mas merezco,
pero mejor le pongo punto final.

Perdones pido a los ofendidos
si algún día me pueden perdonar,
a los de mi familia que andan tan perdidos,
ya entendí que pasa por no trabajar.

Dejo este escrito en la pared que habla,
que tantas veces me hizo reflexionar,
que estupido entenderlo ahora
antes a mis padres debí de escuchar.

Se termina el año y con el mi vida,
cierro el ciclo amargo de mi proceder,
ya nada me importa por que merecidas
tengo las heridas que están en mi ser.

Mujer no me llores, si acaso pensaste,
mejor dale gracias a dios que me fui,
que no dejo hijos que tengan mi sangre
para que no te hagan como yo sufrir.

Acepto que por cobarde muero
como acepté mi culpa hasta el final,
es mi decisión marcharme
y dejar este mundo sin mi mal.

Ojo por ojo decía la escritura
diente por diente decía dios,
aplico la justicia en mi conjetura,
y como no me matan, pues me mato yo.

Pedro Tapia.