viernes, 29 de febrero de 2008

Yo confieso

Yo confieso ante Dios todo poderoso,
que mi debilidad humana y misteriosa
me ha ganado de nuevo otra batalla,
saliendo como siempre, victoriosa.

Perdí la batalla que debí haber ganado
por que yo fui quien declaro la guerra,
y ahora me siento solo y derrotado
sin armadura, sin honor, sin Ella.

Yo confieso que pude evitar esta derrota
pero mi orgullo viril y mi ego absurdo
me dieron fuerzas para retar de sobra
aunque supiera que arriesgaba un mundo.

Supe que peleaba contra el encanto
de una mujer sobrada y salerosa
que mi debilidad podría entretanto
aliarse con las huestes de esa Diosa.

Y yo confieso que mis fuerzas agotadas
se arrastraban por el suelo en la pelea
más sin embargo fueron superadas
por la silueta de guerrera que menea.

En el furor de mi esfuerzo siempre vano
sus lindos ojos me vencían sin mirarme,
y cuando el sable esgrimía tan ufano
sus labios besos preparaban para darme.

Yo confieso que he pecado y que merezco
el castigo más grande y más penado
que la tortura más cruel yo la obedezco
por que las mieles más dulces he probado.

Que la ley del cielo que he burlado
me juzgue haber sido tan humano,
por ser tan hombre terrenal lo hice
y fui vencido en buena lid peleando.

Que se recuerde y que se escriba en hechos
para que nunca menosprecie el día
cuando vencido sucumbí a sus pechos
desafiando todo para hacerla mía.

Yo confieso ante Dios todopoderoso
que soy culpable de pelear sin armas,
y que si vuelvo a encontrar a mi adversaria
me quedaría de nuevo sin usarlas.

Pedro Tapia.

1 comentario:

Dromo dijo...

la confesion es siempre
algo que libera el alma,
mas aun tras la batalla
como la que describes,
si el ego muchas veces nos da
fuerza, pero otras mas nos traiciona.

saludos una poesia liberadora.